Visitar Marsella es descubrir una ciudad llena de contrastes, donde la historia milenaria se mezcla con una energía moderna y vibrante. Situada en la costa mediterránea, Marsella es famosa por su puerto antiguo (Vieux-Port), sus callejuelas llenas de vida y su diversidad cultural que se refleja en la gastronomía, la arquitectura y el ambiente cotidiano. Desde la majestuosa basílica de Notre-Dame de la Garde hasta el barrio alternativo del Cours Julien, cada rincón de la ciudad invita a la exploración. Marsella no solo se visita, se vive intensamente.
Conocida cariñosamente como la Bonne Mère, la Basílica de Notre-Dame de la Garde es mucho más que un lugar de culto: es el símbolo de Marsella. Situada en lo alto de una colina, domina toda la ciudad y ofrece una vista panorámica espectacular del puerto, del mar y de los barrios que componen la ciudad. Tanto de día como al atardecer, la subida vale la pena, y la estatua dorada de la Virgen María que protege a los marselleses es un icono inolvidable.
El antiguo puerto de Marsella, el Vieux-Port, es el punto de encuentro de locales y visitantes. Rodeado de terrazas, mercados de pescado y embarcaciones tradicionales, aquí se siente la energía auténtica de la ciudad. Desde este lugar histórico parten muchas excursiones en barco, especialmente hacia las Calanques o el Castillo de If. De noche, las luces del puerto y el ambiente animado hacen de este sitio un lugar ideal para pasear o cenar frente al mar.
Entre Marsella y Cassis, las Calanques ofrecen un espectáculo natural único: aguas cristalinas, acantilados de piedra caliza blanca y senderos con vistas impresionantes. Perfectas para los amantes del senderismo, la natación o el kayak, estas calas escondidas representan una escapada perfecta desde el bullicio urbano. Algunas, como Sormiou o En-Vau, son accesibles a pie o en barco, y son consideradas verdaderos paraísos mediterráneos.